¡¡No!! Si el cerebro no recibe grasa o glucosa,
se disparan mecanismos neuroquímicos que provocan la sensación de hambre.
Siempre que eliminemos completamente algún nutriente, el cuerpo se va a
encargar de pedirlo con el riesgo de que sobrevenga un atracón. Además, los
aceites proveen ácidos grasos esenciales que el organismo no fabrica (y
los incorpora mediante alimentos) para la formación de las hormonas y las
membranas de las células. Las grasas también participan en la absorción y el
transporte de vitaminas liposolubles y son fuente de energía. Lo que sí es
cierto es que hay que consumirlos con moderación (aportan 9 kcal por gramo)
y preferir los de buena calidad: grasas de origen vegetal (aceites, semillas,
frutas secas) y las grasas del pescado, evitando cortes de carnes grasos,
fiambres, embutidos, amasados con grasa, galletitas en general y frituras.
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