Las proteínas son los ladrillos del cuerpo. Forman parte de la estructura de todas las células y tejidos. Representan un 20% del peso corporal total
y cumplen diferentes funciones tales como transporte de sustancias a
través de la sangre, formación de hormonas y anticuerpos, regulación del
pH y de la coagulación de la sangre, contracción muscular, entre otras.
También cumplen, secundariamente, una función energética que explicaremos más adelante: aportan 4 kcal por gramo.
¿Cómo están formadas las proteínas?
Sus componentes son los aminoácidos. Por ejemplo, si una proteína fuera una palabra cada una de las letras sería un aminoácido.
Nueve de ellos no pueden ser fabricados por el organismo y deben ser obtenidos a través de la ingesta: se denominan aminoácidos esenciales. Los que pueden ser producidos por el cuerpo se llaman aminoácidos no esenciales.
Los aminoácidos necesarios para la formación de proteínas en el
organismo son 20 y deben estar presentes simultáneamente (es decir,
haber consumido alimentos que provean todos ellos) para poder mantener
el crecimiento, el recambio celular y las funciones de nuestro cuerpo.
Si solo un aminoácido esencial se encuentra en cantidad inferior, no se
pueden formar proteínas y se desaprovechan los demás.
Las proteínas que contienen una adecuada cantidad de todos los aminoácidos esenciales se conocen como proteínas completas
o proteínas de alto valor biológico y se encuentran en los alimentos de
origen animal, mientras que las que carecen de uno o más aminoácidos
esenciales se conocen como proteínas incompletas o de
bajo valor biológico (con ellas solas, no podemos formar todas las
proteínas de nuestro cuerpo). Estas últimas las hallamos en los
alimentos de origen vegetal aunque hay excepciones como la soja, quinoa y
amaranto que aportan proteínas de similar calidad a las de origen
animal.
Las proteínas corporales están en
constante recambio y su balance está determinado por la relación entre
la ingesta y la excreción. Si la ingesta es mayor que la degradación se
habla de balance positivo (anabolismo) y si se produce lo opuesto,
balance negativo (catabolismo). En condiciones naturales, la ingesta
iguala las pérdidas. Si bien el catabolismo proteico puede
producirse durante el ejercicio, la formación de proteínas predomina
durante el período de recuperación.
El destino más importante de los aminoácidos es la formación de proteínas específicas
(estructurales como las de los músculos y resto de tejidos, y
funcionales como las enzimas). Las células del organismo sólo emplean la
cantidad de aminoácidos justa para satisfacer sus necesidades
proteicas, de hecho no pueden almacenar un exceso de aminoácidos.
Por eso, es sumamente importante cubrir sus requerimientos a diario y a
lo largo del día. Muchos deportistas consumen cantidades muy elevadas
de proteínas que superan el requerimiento pero el exceso del consumo
es oxidado para obtener energía, eliminado por los riñones a través de
la orina o utilizado para formar grasa (debido a un balance positivo de
energía), con lo cual no tiene fundamento ingerir de más para mejorar
el rendimiento o aumentar la masa muscular. Por otro lado, la ingesta
exagerada de alimentos fuente de proteínas genera mucha saciedad lo
cual, por defecto, suele impedir que se alcance la ingesta óptima de
carbohidratos, cuyo rol energético sí determina la performance y
recuperación inmediata.
Si consumimos menos carbohidratos o menos energía de la que necesitamos, o bien cuando estamos en actividad y las reservas de glucógeno ya fueron agotadas
y no hay suministro de glucosa exógena (a través de bebidas, geles o
gomitas energéticas), aumenta la degradación proteica y en el hígado se
produce un proceso metabólico llamado gluconeogénesis
en el cual los aminoácidos provenientes de las proteínas musculares se
transforman en glucosa para utilizarla como fuente energética, como
adelantamos al principio del post. Así, las proteínas pueden ser
empleadas durante el ejercicio para proporcionar energía directamente
en el músculo a través de la glucosa producida en el hígado. Una
inadecuada ingesta de carbohidratos sacrifica proteínas estructurales
para obtener energía, al tiempo que la grasa corporal no puede ser
aprovechada como combustible energético.
¿Cuántas proteínas necesitamos?
Las necesidades proteicas del deportista
son bastante superiores a las de la población sedentaria. De todas
maneras, la mayoría de quienes comen raciones moderadas de alimentos
ricos en proteínas ingieren diariamente más proteínas de las que
necesitan. Los requerimientos dependen del tamaño de la persona y del
deporte que realice.
Los sedentarios necesitan diariamente 1
g/kg peso y los deportistas entre 1.2 y 1.8 g/kg, ya que se requieren
proteínas adicionales para compensar el aumento de la degradación
proteica durante y después del ejercicio así como para facilitar la
reparación y el crecimiento. Por ejemplo, un deportista de 65 kg
necesitaría entre 78 y 117 g/día.
¿En qué alimentos encontramos proteínas?
Las de alto valor biológico se encuentran
en los alimentos de origen animal: lácteos (leche, yogur, quesos),
huevo y carnes de todo tipo. Es importante que estas fuentes las elijas
bajas en grasa (carnes magras y lácteos descremados). En los alimentos
de origen vegetal también encontramos proteínas pero, como explicamos al
principio, la mayoría no son de tan buena calidad como las anteriores:
legumbres, cereales, frutas secas, semillas, etc.
La deficiencia en la cantidad o
calidad de las proteínas que consumimos, tiene repercusión en el
mantenimiento y renovación de todas nuestras células, incluidas
las musculares. Como ya mencionamos, si consumís abundantes proteínas
te darán mucha saciedad y no podrás comer los carbohidratos que
necesitás, con la consecuente disminución de los depósitos energéticos.
Al disminuir las porciones de proteínas y compensar con fuentes de
hidratos de carbono y vegetales, notarás que te sentís con más energía.
Ejemplos de porciones de alimentos que aportan 10 g de
proteínas
Alto Valor
Biológico
|
Bajo Valor
Biológico
|
|
|
¿Cuándo debo consumirlas?
El timing de
ingesta de las proteínas puede ser más importante que la cantidad total
ingerida en el día. Al no haber depósitos lo ideal es consumir
pequeñas cantidades en cada una de las comidas y que nunca falten en la
comida previa y posterior a cualquier entrenamiento o carrera.
El consumo de proteínas inmediato en los
45 minutos posteriores de finalizado el ejercicio es necesarios para
reparar el daño muscular que se produce durante el entrenamiento. No
olvidar que estas proteínas deben ser un complemento de los
carbohidratos que son irremplazables a la hora de recuperar el
glucógeno. La relación debe ser de 4-5 partes de carbohidratos
por cada parte de proteínas para optimizar el almacenamiento de
glucógeno y la reparación muscular. Existen productos diseñados
para tal fin, aunque con alimentos también podemos lograr esa relación,
por ejemplo: 2 rebanadas de pan (30 g carbohidratos) + 2-3 fetas de
jamón cocido natural (7-10 g de proteínas). Pedile a tu nutricionista
que te sugiera los snacks post-entrenamiento adecuados a tus
necesidades.
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